The Life of Samuel Johnson de James Boswell



Contra mi costumbre, termino un año y empiezo otro leyendo el mismo libro; en este caso, The Life of Samuel Johnson, que me pareció un buen cierre para un año en el que leí varias biografías. Debo admitir que sus más del mil páginas me han costado más trabajo del que parecía en un principio. Con cierto hábito de leer, es difícil elegir una lectura que se vuelva fatigosa y se prolongue demasiado, pero esto es precisamente lo que me ha pasado con la obra de Boswell, lo que no deja de ser una lección de humildad lectora.

En realidad, The Life of Samuel Johnson no es tanto un libro para leerse de corrido, sino para abrirlo en cualquier página y hallar una anécdota o un dicho memorables. ¿A qué se debe la fatiga que causa? En primer lugar, a la falta de autoedición, de selección. Boswell pone todo lo que le escuchó al Dr. Johnson y la mera acumulación de historias y conversaciones se vuelve árida y monótona. En general, estoy en contra de versiones abreviadas de clásicos, pero este es uno que se beneficiaría mucho de una selección. Sin embargo, habría que recordar primero lo que en las letras inglesas del siglo XVIII se entendía por a life, no una biografía moderna, sino las memorias de una persona sobre cierto individuo. Para esto, era indispensable haberlo conocido personalmente o, en su defecto, hacerse de la mayor cantidad de anécdotas y frases a través de gentes que sí lo hubieran tratado. No había la intención psicológica de la biografía moderna de explicar al biografiado a partir de unas cuantas experiencias claves, sino de acumular el mayor número de testimonios de sus acciones y palabras.

Aparte de esa falta de selección, me temo que el propio personaje de Johnson acaba por volverse cansado y algo irritante. Johnson, que dominó la literatura inglesa del siglo XVIII, se hizo célebre principalmente por su Diccionario, su edición de Shakespeare, sus ensayos en The Rambler y sus Vidas de poetas. Fue, ante todo, un crítico, un lexicógrafo, un filólogo, un biógrafo. En el mismo siglo en que, en Francia, despuntaba la Modernidad filosófica, Johnson era un cristiano (anglicano) conservador e intransigente que pertenecía más al pasado que al futuro. Fue un gran conversador y polemista y The Life es principalmente la reproducción de su conversación, pero pronto el lector advierte que era de esos conversadores algo sofistas que a veces buscan más el brillo o el triunfo que la verdad y que argumentan en contra de lo que escuchan solo por el gusto de discutir. En sus peores momentos, se convertía en un auténtico bully verbal, a lo que contribuían su corpulencia física y el volumen de su voz. A pesar de estos defectos, la imagen moral de Johnson que lega Boswell –que no es el menor misterio de la obra, el hombre con vocación de devoto que bebe las palabras del Maestro y al que este no deja de maltratar alguna vez– es positiva: un hombre temperamental, polémico, a veces iracundo o injusto, pero fundamentalmente noble y generoso. Lo supo ver bien Goldsmith, que también fue su admirador y su víctima: “Johnson, seguro, tiene algo de rudeza en sus modales, pero ningún hombre vivo tiene un corazón más tierno. Del oso no tiene más que la piel”.

Dejo para la siguiente entrada –esta ya se extendió demasiado– algunas sentencias y bons mots del célebre Doctor.

 

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