Ficciones de Edgardo Cozarinsky



Entusiasmado por Dinero para fantasmas, leí después Vudú urbano (en la reedición de la Serie del recienvenido, que dirigía Piglia para el FCE). Publicado originalmente en 1985 es, en efecto, un libro precursor, muy posmoderno, con sus fragmentos, citas y “tarjetas postales”. Es, por otro lado, un libro muy, quizá demasiado localmente argentino, con sus obsesiones por Perón y el peronismo, Evita, etc. Es, en su mejor faceta, un homenaje a una ciudad, Buenos Aires, como solo un exiliado puede hacerlo. Lo que más me ha interesado, aparte de ser otro modelo de libro sobre ciudad (como Le pieton de Paris de Léon-Paul Fargue o la Trilogía sucia de La Habana de Juan Pedro Gutiérrez), son los indicios del Cozarinsky que vendrá, el obsesionado por la vida no vivida, por la vida ficticia, por la vida íntima del novelista (de cierto tipo de novelista, al menos), que no está hecha tanto de lo que le pasa a él, sino de lo que ocurre a su alrededor, de lo que escucha al pasar y luego se desarrolla en su interior, usurpando el lugar de su propia vida, más bien ausente. En “(Babylone blues)”, de 1979, escribió:

Una vez más compruebas que son infinitos los caminos de la mala literatura. Sin embargo, con qué placer apenas culpable vuelves a embarcarte una vez más en esa perversión de la vida cotidiana: lo que habría podido ser, lo que podrá ser… Humilde, minuciosa, como la hiedra o una mancha de humedad, prolifera en diseños intrincados, insignificantes, personajes disponibles, transeúntes que ignoran la trama en que los enredas, el pasado que les infliges, el futuro que posiblemente no te importe inventarles.

Más de treinta años después, en Dinero para fantasmas, vuelve a escribir:

Y la noche nunca me fallaba. Siempre había una visión fugitiva, un atisbo de personajes o destinos ajenos a mi existencia, un encuentro casual, una palabra entendida a medias, que me iban a convertir por unos minutos, a veces una hora, en el visitante de un principio de ficción, en el mejor de los casos en un personaje. Ficción fantaseada, ficción desprendida de alguna película, de alguna novela, puesta en escena a partir de retazos de una realidad banal.

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