Los paseos de W. G. Sebald



Leo finalmente a W. G. Sebald, Los anillos de Saturno, que tanto me habían recomendado. Debo admitir, al menos con este libro, una cierta decepción. La idea básica –el libro de un paseo con fotografías, mezcla de libro de viajes y ensayo– es afortunada, pero el método empleado, no del todo. Sebald, heredero del caminante Rousseau (con el que comparte algo más que la afición por los paseos), emprende una larga caminata por Suffolk, Inglaterra. Se nos dice al principio que el viaje empezó luego de terminar un trabajo importante y que le siguió una crisis que acabó con el autor internado en un hospital, pero después de eso hay muy poco del propio Sebald y un genuino ensayo, para ser interesante, tiene que decir más de quien lo escribe.

Mientras Sebald describe lo que va viendo introduce digresiones sobre diversos temas: la biografía de Conrad, un episodio de la historia de la China antigua, la historia de Roger Casement, “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” de Borges… El problema no es la digresión en sí, claro, sino que muchas de estas digresiones son meras paráfrasis de biografías, libros de historia u obras literarias, y se alargan demasiado. El lector va siguiendo con cierto interés la peregrinación de Sebald y de pronto, zas, treinta páginas de una biografía cualquiera de Conrad o de historia del imperio chino. El libro se alarga así innecesariamente y se vuelve algo cansado. Hay, por supuesto, pasajes memorables: la descripción de la casa decadente de Somerleyton y la de la excéntrica familia Ashbury, con la que el caminante pasa algunos días. Creo que esto es lo mejor del libro y lo que se me quedará grabado: una cierta atmósfera de decadencia generalizada de la que el melancólico Sebald fue un testigo privilegiado.

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