Antología áurea. Biografía sintética: Francisco de Medrano (1570-1607)



La breve vida de Francisco de Medrano parece ajustarse a la aurea mediocritas (“dorada medianía”) que predicaba su admirado Horacio. Nació en Sevilla, en una familia acomodada de comerciantes y banqueros. Entró siendo niño a la Compañía de Jesús, pero nunca hizo los votos definitivos de la orden, que de hecho terminó abandonando, quizá hastiado de los conflictos internos, en los que simpatizaba con los disidentes. Mientras estuvo en ella fue profesor de latín en varios colegios, predicador y confesor. Tras su renuncia, volvió a Sevilla y se refugió en su finca de Mirarbueno, donde llevó esa vida moderada y feliz a la que su naturaleza tendía. No lejos de ahí estaban las célebres ruinas romanas de Itálica, cuya contemplación era un recuerdo constante de la fugacidad de las cosas y que le inspiró un famoso soneto. En la ciudad formó parte del círculo de poetas que se reunía alrededor del noble y mecenas Juan de Arguijo. Una tarde, cuando apenas tendría treinta y siete años, se sintió ligeramente mal, se acostó y murió súbitamente al otro día. Debemos a Rodrigo Figueroa la breve y estremecedora crónica de su muerte: “el día siguiente se hallaban en su aposento algunos amigos, y él con ellos en buena conversación, tan alegre que cantó un romance sentado en la cama y luego pidió un jarro de agua para beber, diciendo que se sentía bueno. Trujéronselo, bebió y luego dijo que le parecía perder la vista de los ojos: acostó la cabeza sobre la almohada, y con un ronquido, sin otra palabra ni obra, despidió el alma”. La obra de Medrano es una devota y personalísima imitación de Horacio. De él heredó la aguda consciencia de nuestra condición efímera y la resuelta voluntad de aprovechar el momento y vivir alegremente el presente.

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