Viaje alrededor de mi escritorio de Fernando Fernández



No recuerdo exactamente cómo fue que la marea de internet me llevó por primera vez al blog de Fernando Fernández, Siglo en la brisa (antes en http://oralapluma.blogspot.com/ y ahora en www.sigloenlabrisa.com), cuyo título proviene de unos versos de su admirado Gerardo Deniz (“Ningún mártir podrá / lo que un siglo en la brisa o un periplo de hormigas / llevándose los granos uno a uno”). Creo que fue a propósito de Salvador Elizondo –yo buscaba una imagen de su casa por un texto de Camera Lucida y la encontré ahí en una foto del propio Fernández– o quizá de López Velarde. El caso es que de inmediato reconocí un lector atento, curioso, con una sensibilidad peculiar que lo mismo se detenía en unos versos o una fotografía que en un gato o un árbol. Porque Siglo en la brisa es un blog fundamentalmente de lectura, lectura de textos, pero, más ampliamente, del gran libro del mundo. El internauta –o sea, cualquiera de nosotros– navega diario durante horas: lee noticias, busca información, trabaja, compra, se divierte, pierde el tiempo (mucho), pero al final del día es rara la jornada que reporte un verdadero descubrimiento, una página que verdaderamente valga la pena leer, y la rutina de la red acaba pareciéndose a la rutina a secas. Siglo en la brisa es uno de esos descubrimientos y esas páginas. En el alud de palabras en internet, y más concretamente en los blogs literarios, en donde todo parece igual, no siempre es fácil distinguir la verdadera escritura, la que se asume como un trabajo formal y que dignifica a la palabra y la crítica en medio de tanta palabrería.

Por eso celebro que el autor y Bonilla Artigas –editorial que se suele asociar a los trabajos académicos, pero que en su colección Las Semanas del Jardín, dirigida por Adolfo Castañón, parece buscar una orientación más literaria– hayan decidido hacer el honor de la imprenta al blog y publicado un volumen con sus mejores entradas, este Viaje alrededor de mi escritorio, que remite al clásico Viaje alrededor de mi cuarto de Xavier de Maistre.

El libro es representativo de los intereses de Fernández y de Siglo en la brisa: la poesía, por supuesto, pero también la naturaleza, la amistad, la arquitectura, la fotografía, la ciudad, etc. Ajeno a modas y novedades, Fernández es un lector atento y riguroso, alejado de rigideces académicas, de poesía clásica española y moderna hispanoamericana: lo mismo Juan de Mena (el texto “De viaje con María Rosa Lida de Malkiel” es un magnífico ejemplo de su hedonismo lector) o Fernández de Andrada que Neruda o Deniz. Una de las mejores cosas que hace, y que se hace cada vez menos, es tomar un poema y leerlo cuidadosamente, verso por verso, analizándolo detenidamente y al alcance del lector común, como en “La rima número IX”. Hay en Fernández un amor al detalle verbal que revela la vocación poética y filológica (como se evidencia en “Si el oxim[ó]ron es tolerable”), pero esta sensibilidad es parte de una más amplia, no solo literaria, que fija su interés en lo aparentemente nimio: la hoja de un árbol, el retrato de un perro, las posibilidades miméticas de los limones, el uso de los ladrillos, el trinar de un pájaro. Nada hay insignificante, solo es cuestión de mirar con atención. Como la ya mencionada Camera Lucida de Elizondo, Viaje alrededor de mi escritorio revela una estética y una ética, una forma de ver y estar en el mundo.

El género de Siglo en la brisa y el Viaje es, por supuesto, el ensayo y no por nada se rinde el debido homenaje a Montaigne en sus páginas, a propósito de una visita a la célebre Torre. La cuestión que siempre me ha parecido crítica del ensayo en la red y específicamente en los blogs es la extensión. Reconozcámoslo, el lector de internet tiene prisa y, aun el que con un libro entre las manos es capaz de hacer una lectura pausada, a la hora de leer en una pantalla se resigna menos fácilmente a un texto largo y acelera el ritmo de lectura. Por eso siempre he pensado que el blog debe privilegiar los textos cortos y evitar asestarle al hipócrita lector un ensayo de varias páginas que tendría mejor recepción en otros espacios. La brevedad debe ser la premisa del ensayo literario en forma de blog (lo he intentado yo mismo en El Leedor, en  www.pablosolmora.com). Aunque en Siglo en la brisa hay textos de distintas extensiones, Viaje alrededor de mi escritorio ha privilegiado los ensayos de formato más clásico, de libro, aunque ninguno es demasiado largo. Un grato complemento del volumen son las imágenes, que desde luego el blog permite usar más libremente (en el antiguo http://oralapluma.blogspot.com/ había incluso, a mi juicio, un exceso de imágenes, cuyo uso parece ahora más sobrio en www.sigloenlabrisa.com y es el justo en el Viaje).

Fernández es un amante de los árboles y coleccionista de sus hojas (dos de los textos más felices del libro son “Mi cuaderno botánico” y “Árboles comunes de la Ciudad de México”), que ha ido recogiendo en diversos paseos. Tengo la impresión de que lee y escribe como pasea y junta las muestras para su colección: en primer lugar, por el placer de hacerlo, sin una meta fija ni un fin ulterior; en segundo, con amorosa atención al detalle. En esa tesitura, la hoja del arce romano recogida en el lungotevere no es menos digna de interés que la rima de Bécquer en la hoja de papel. Un Viaje alrededor de mi escritorio parecería, de entrada, un viaje no muy variado, más modesto aun que su modelo alrededor de un cuarto, pero, como el lector podrá comprobar, siendo el espacio de la escritura, en el escritorio cabe el mundo entero.

 

Originalmente publicado en http://www.criticismo.com/viaje-alrededor-de-mi-escritorio/

 

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