En Trieste, visito el modesto Museo Sveviano (via Madonna del Mare, 13). No hay gran cosa, pero exhiben libros de la biblioteca de otro ilustre triestino, Umberto Saba, entre ellos el de la imagen, la primera edición de La conciencia de Zeno (1923). En la portada, de puño y letra de Saba, se alcanza a leer: “Mío!”.
Puesto a elegir una sola novela del siglo XX, seguramente escogería ésta. No sé si la mejor, pero sin duda mi predilecta. Una digna heredera del Tristram Shandy, del Quijote, de la novela cómica, o sea, de la genuina tradición cervantina. Entre mis más gratas memorias de lectura estará siempre la de tener dieciséis o diecisiete años, leer en la madrugada a la luz de una lámpara La conciencia de Zeno por primera vez, morirme de risa y darme cuenta, con plena conciencia, que había encontrado mi tipo de novela.