Según el Diccionario de la Real Academia, «leedor» es voz desusada que significa lo mismo que «lector». Ya era, de hecho, considerada un arcaísmo por el Diccionario de autoridadesen el siglo XVIII. Sin embargo, algunos diccionarios del XIX agregan: «Tiene uso en estas expresiones: es muy leedor, es gran leedor». El «leedor», pues, parecería un tipo especial de lector, un lector fuera de lo común. Es esto lo que se entiende en francés por «liseur»: una persona que lee mucho, que ama leer. El crítico Albert Thibaudet oponía «lector» a «leedor», el que lee de vez en cuando al que lee de manera profesional. Albert Béguin, más modesta y hermosamente, define al «leedor» como aquel que lee por vocación, aquel para el que la lectura constituye un acontecimiento trascendental en su vida. «La lectura de un leedor verdadero -escribe- no es una lectura de diversión, no es algo aparte de la existencia, no está al margen de las experiencias de la vida, algo que pertenecería a la superficie; no, para nada: la lectura del leedor se ubica entre los sucesos de su vida, contribuye a crear su persona verdadera, hace de esa persona lo que antes no era» («El encuentro con los libros», Creación y destino). Los que siguen no son más que los apuntes tomados al paso, las notas de lectura, de un leedor.
Magnífica definición