Me topo casualmente con el libro Entre el saber y el conocer. Moradas del estudio literariode Claudio Guillén, que reúne las conferencias impartidas en la cátedra Jorge Guillén en la Universidad de Valladolid. Apenas hojeo la primera, «De lecturas y maestros y otras admiraciones», y me topo con el siguiente párrafo, que este leedor suscribiría: «Vocación ante todo de lector, ¡conformes!, y de estudioso y luego de escritor; pero vocación, que es la fiel respuesta a un llamamiento consciente, no a una querencia instintiva; que es céntrica y no marginal, al revés del hobby; y que como no coincide del todo con el deber, aunque sí con el trabajo, puede conocer fases de desfallecimiento, o de desorientación, pero tiende al fin y al cabo a ser definitiva». Del recuento de sus inicios como lector, Guillén pasa naturalmente al de sus maestros (nada reafirma una vocación literaria como el ejemplo vivo de alguien entregado a la lectura). Y qué maestros: Amado Alonso, Harry Levin, Joaquín Casalduero, Pedro Salinas…