Jesús Silva-Herzog Márquez sobre Nada hago sin alegría. Un paseo con Montaigne



«Montaigne destruye el prestigio de la tristeza y la severidad. Enemigo de toda pedantería y todo dogmatismo, defendió la sabiduría como un júbilo. Por alguna razón se piensa que el melancólico es más hondo que el risueño y que el malhumorado reconoce lo desagradable mientras el divertido decide ignorarlo. La alegría que enaltece Montaigne no es ingenuidad frívola. Es sabiduría y, tal vez, bravura. No es fácil ser alegre porque no es común estar a gusto en nuestra piel, solos. No es fácil porque nos ahogamos en actividades y distracciones, porque estamos en fuga permanente».

https://www.reforma.com/nada-hago-sin-alegria-2024-02-07/op265263

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *