Hombre-pluma, es natural que Salvador Elizondo concibiera la casa como un libro. Cuando volvió a la vieja casona familiar en Coyoacán (cuya imagen increíblemente encontré en Google en una fotografía de Fernando Fernández), escribió esto, que suscribo:
“La casa es un libro. Cuando el carro de la mudanza me trajo a paso advenedizo y después de veinte años a su puerta comencé a releerla. Los años han desvaído parte de su texto. Había lagunas y enmendaduras; anotaciones marginales, tachaduras. También había páginas en blanco. Faltaban y sobraban palabras pero las que quedan están en su sitio y son las mismas que puso, de su mano, el autor. Tengo el proyecto de llenar las páginas que quedan en blanco”.
“Proyectos”, Camera lucida