Sobre Marienbad eléctrico



Leo el último Vila-Matas, Marienbad eléctrico. Aunque distinguir géneros en su obra no tiene mucho sentido, éste es básicamente un ensayo fragmentario en forma de diario sobre la obra de Dominique Gonzalez-Foerster, artista contemporánea (instaladora) con la que ha colaborado en diversas ocasiones. En cierto modo es una prolongación de su última obra narrativa, Kassel no invita a la lógica, en la que reflexiona sobre el arte moderno a partir de su participación en la documenta de 2012.

A pesar de su más bien reciente popularidad (durante décadas fue casi un autor secreto), la verdad es que Vila-Matas es un autor minoritario, de no fácil apreciación. Es uno de esos escritores que para entenderlos realmente no basta leer dos o tres libros, sino que es necesario conocer prácticamente su obra completa, pues ésta forma un conjunto muy articulado. La ausencia de una de las piezas no nos permitirá armar el rompecabezas completo. Además, es un autor que ha experimentado una evolución muy marcada, lenta, con varias etapas, que no puede valorarse sino desde una lectura íntegra. Su relación con la idea de vanguardia y de arte moderno da suficiente cuenta de esto. Están ahí, desde los primeros libros (más tentativas que otra cosa) hasta los últimos, pero vistas desde diversos ángulos. Hay en algún momento un entusiasmo genuino y una voluntad casi desesperada de ser vanguardista y “absolutamente moderno”, como exigía Rimbaud, sobre todo por desmarcarse de la prosaica realidad de la literatura y el arte dominantes en su juventud, y en otro la decepción y la sospecha de que se han transformado en ilusiones o, peor aún, caricaturas (“la vanguardia con rulos” que menciona en Kassel). ¿Qué entiende, qué ha entendido Vila-Matas por “vanguardia” a lo largo de su obra? La respuesta evidentemente trasciende esta nota.

Resultado de la complejidad creciente de su obra es que, sospecho, son pocos los lectores que le pueden seguir el paso. Leer, por ejemplo, Marienbad eléctrico de buenas a primeras, sin ningún o pocos antecedentes vilamatianos, equivale a asegurarse no entender nada o, peor aún, entenderlo mal. Solo desde las obras anteriores, particularmente aquellas que ya han tratado los temas de la vanguardia y el arte contemporáneo, es que se puede entender ésta. Un lector primerizo no sabría quién ni de qué le están hablando. Los vilamatianos, sin embargo, la agradecerán: otra pieza del rompecabezas.

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