Obras inventadas



A veces me ocurre que, de pasada, leo el título de un libro que me llama la atención y, cuando me acerco a verlo con cuidado, me doy cuenta que he leído mal y que el título era otro, a veces menos interesante que el que había creído ver. Así, momentáneamente, inventamos obras que no existen. Hoy me ha ocurrido dos veces. Primero creo ver un libro titulado La melancolía del joven divino de Carlo Michelstaedter, el mítico escritor italiano dado a conocer internacionalmente por Claudio Magris; me acerco un poco más y veo que en realidad se llama La melodía del joven divino y, debo confesarlo, me interesa un poco menos. Después veo otro, según yo, titulado El ocio impuro (¡cuántas posibilidades en esa frase!), de Roberto Calasso; en realidad es El loco impuro (mi decepción es mayor que la anterior).

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